Obligados a emanciparse lejos de su hogar por la falta de expectativas laborales: "Es bastante frustrante"
- Los jóvenes se emancipan casi tanto como antes del COVID, pero lo hacen en peores condiciones
- Madrid, la “estrella de neutrones” que atrae a universitarios y graduados del resto de España


“Nos emancipamos lejos de casa, obligadas por la falta de empleo digno en los lugares donde la vivienda es más asequible”, explicaba el Consejo de la Juventud de España en su último informe del Observatorio de Emancipación. Los jóvenes españoles ya casi se independizan tanto como antes de la pandemia, pero también en peores condiciones ante el aumento exponencial del precio de los alquileres en las comunidades donde más se emancipan.
Estas personas, entre 16 y 35 años, se ven obligadas a marcharse de sus hogares en busca de mejores oportunidades laborales en determinadas comunidades, incluso muchas en etapas previas con el objetivo de formarse. Aunque la proliferación de universidades en todo el territorio evita parte del desplazamiento juvenil hacia ciudades como Madrid o Barcelona, no fue el caso de Irene, que a punto de cumplir sus 18 años tuvo que dejar atrás su Cáceres natal para mudarse a la capital y estudiar lo que ella quería: biología.
Esta carrera podría haberla cursado en Badajoz, pero al tener que irse “sí o sí” de su casa escogió la universidad que le ofertaba un programa de estudio más interesante: “Tanto el de la Autónoma, como el de la Complutense, me gustaban bastante”, dice la joven extremeña, con ya casi 26 años tras ocho en Madrid.
Esta también fue una de las razones por las que Gema se mudó hace apenas un año a la capital desde Palencia para estudiar medicina. La segunda razón –y más importante– es que sus padres tienen un piso en la capital: “Probablemente, si no hubiera tenido la casa, no me habría venido aquí a estudiar y me habría ido a Valladolid o a Salamanca”, dice. Con la subida de los precios, encontrar un alquiler es toda una odisea para los estudiantes.
Al contrario que Irene y Gema, Dani se estableció en Madrid al acabar la carrera en Santiago de Compostela. Natural de Padrón (A Coruña), se mudó hace dos años a la capital para estudiar el Máster de Crítica cinematográfica de la ECAM (escuela de cine de Madrid). “No me he ido de Galicia por una ambición de estatus social que realmente sí nos vende el capitalismo”, dice, ya que su objetivo es “trabajar de algo un poco más leve”, vivir una “vida satisfactoria” gracias a su pasión: el cine.
“Si ahora mismo quiero estar en casa y hacer lo que me gusta, no puedo”, lamenta, ya que cree que jóvenes como él que tienen unos “intereses particulares” se ven obligado a irse de sus localidades a grandes urbes. Bajo su punto de vista, “la centralización de Madrid y que toda la industria venga para aquí” es la principal razón de la emancipación forzosa de los jóvenes. “Es bastante frustrante”, describe finalmente.
Madrid, la "estrella de neutrones" que atrae a los jóvenes españoles
La tasa de emancipación de España, donde los jóvenes se independizan de media a los 30,4 años, se sitúa en el 17%. Ahora bien, hay cuatro comunidades que superan con creces este porcentaje: Canarias (20%), Catalunya (20,6%), la Comunidad de Madrid (18,4%) e Illes Balears (18%). Estas regiones registran los mayores porcentajes de jóvenes independizados, pero también unos precios de alquiler que superan los salarios que percibe este segmento de la población, como indican los datos del Observatorio de Emancipación.
Entonces, si las condiciones de los alquileres son más duras que en otras comunidades, ¿por qué hay más jóvenes independizados en estas? La explicación la encontramos en personas como Irene, Dani o Gema, personas que emigran hacia centros urbanos dinámicos y se ven obligados a emanciparse. Canarias, Catalunya, Madrid y Baleares cuentan con saldos positivos de migración juvenil, es decir, acogen más jóvenes de los que se van.
El destino de nuestros tres protagonistas destaca por encima del resto de comunidades, con un saldo positivo de 11.947 personas entre 16 y 34 años en 2022, según los últimos datos disponibles en el INE. “Madrid se convierte en una especie de estrella de neutrones capaz de atraer a buena parte de los trabajadores más cualificados de toda España”, dice el geógrafo de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Joaquín Recaño, que explica que esta comunidad es la “capital natural” del interior peninsular.
Detrás de este fenómeno hay varias causas. En primer lugar, Madrid es un polo de crecimiento económico vinculado a actividades terciarias, que están “más vinculadas a personas con titulaciones superiores”. Como recuerda Recaño, la capital es sede de muchas grandes empresas, nacionales e internacionales, y de gran parte del funcionariado, por lo que puede llegar a ofrecer mayores salarios y oportunidades más variadas a los jóvenes cualificados.
“La oferta de trabajo en las capitales de provincia existe, pero es incapaz de resolver la cantidad de universitarios que se generan localmente.“
“La oferta de trabajo en las capitales de provincia existe, pero es incapaz de resolver la cantidad de universitarios que se generan localmente”, profundiza el investigador de la UAB, que explica que, en la actualidad, “la movilidad se está dando en los estratos de niveles superiores de estudios”. Esta situación contrasta con las migraciones en España hasta los años 80, que las protagonizaban trabajadores menos cualificados.
“Y no solo oportunidades laborales, sino también vitales”, destaca además el geógrafo, que pone en valor de Madrid como un centro de ocio que permite a los jóvenes relacionarse con otras personas. “Madrid es un mundo global”, resume y añade que lo mismo le pasa a Barcelona, que “ejerce este tipo de atracción para nómadas digitales del norte de Europa”.
Más demanda, mayor precio de la vivienda
La llegada de jóvenes cualificados tensiona el mercado inmobiliario: “El precio de la vivienda en Madrid tiene que ver con la demanda, poca oferta y mucha demanda”, explica Recaño. Por eso, tener un piso disponible en Madrid –aunque tenga que compartirlo con su hermano– fue un factor determinante en la decisión de Gema de venir a Madrid.
Irene y Dani, a pesar de estar trabajando ambos, no se pueden permitir un piso entero y ambos lo comparten, bien con amigos, bien con su pareja. “El precio mediano de las viviendas en alquiler subió en un año un 11,9%”, indica el Consejo de Juventud, que también señala que el coste mediano del alquiler de una habitación es de 380 euros, lo que supone el 36,2% del salario de una persona joven –superior al 30% recomendable–.
Durante su primer año, Dani convivió con cuatro personas desconocidas. En cambio, este último año ha vivido con su pareja en un pequeño estudio de apenas 30 metros cuadrados, que se lleva sobre el 50% de su sueldo. “Ahora mismo estoy independizado, estoy pudiendo pagar mis necesidades a costa de que mi ahorro es nulo”, comenta.
En cambio, Irene se gasta algo menos de un 30% de su sueldo en un alquiler que comparte con otras tres personas. “Yo tuve mucha suerte, los pisos en los que he estado, han estado bien y a un precio asequible comparado con el mercado de vivienda de Madrid”, dice la joven, que así consigue ahorrar cerca de 400 euros al mes que le permite llegar con cierta holgura a final de mes, aunque es consciente de que no es una situación habitual en la capital.
“La precariedad está aquí y en Galicia”
Una vez finalizado el máster, Dani accedió a una beca de programación para una cadena de cines por la mañana. Comenzó a trabajar entonces a media jornada, cinco horas al día, y a su vez comenzó otro curso de posgrado, en este caso un máster en Periodismo Multimedia que realiza de forma online. Este curso sí tenía prácticas extracurriculares obligatorias, que realiza con Elastica Films, una distribuidora de cine con sede en Madrid.
Así, lleva seis meses trabajando en dos empleos, uno de mañana y otro de tarde, para poder permitirse vivir en Madrid. Además, como el periodo de la primera beca acabó, tuvo que prorrogarla con un curso – de marketing e investigación de mercado– que se tuvo que pagar él mismo.
“El suelo laboral es el mismo, la precariedad está aquí y en Galicia de la misma manera”, incide Dani, que cree que muchas empresas se aprovechan del inicio de las carreras profesionales de los jóvenes “para vendértela y disfrazártela de oportunidad”. Por eso, cree que las oportunidades no son mejores en Madrid, sino más variadas “en cosas mucho más específicas que apelan a gente más diversa”. “Si te quieres esforzar por él, está aquí. Otra cosa es que lo vayas a conseguir”, advierte.
¿Posible vuelta a casa?
Irene también consiguió independizarse económicamente gracias a una beca, en su caso para trabajar como técnica de medioambiente por un periodo de dos años. A fecha de septiembre, le quedan apenas cuatro meses en su puesto y teme quedarse sin ningún ingreso a partir de enero, ya que, al recibir este tipo de beca, no tiene derecho a paro.
Ante esta situación está en búsqueda activa de empleo. Su objetivo a corto plazo es encontrar un trabajo de su ámbito de conocimiento en Madrid, aunque a largo plazo su plan es volver a Cáceres, ya que le daría “mucha pena” no ver envejecer a sus padres. “Igual no tuve que emigrar por obligación, pero sí estoy por obligación fuera porque no puedo volver a no ser que tenga muchísima experiencia y una serie de contactos”, argumenta.
Tanto Gema como Dani también se ven en un futuro lejos de Madrid. “Igual no volvería a Palencia, buscaría una ciudad un poco más tranquila, pero también con ambiente”, dice Gema, que se plantea establecerse en Salamanca. “Esa es la perspectiva que han tenido siempre todos los migrantes”, explica Joaquín Recaño, que añade: “Una vez construyes una red de relaciones en el lugar de destino, la pulsión de la vuelta se diluye”.
Aun así, Dani, como Gema, defiende que “llega una cierta edad a la que deberías tener un respiro” de una ciudad “cargada de ansiedad” y, a pesar de querer hacer crítica de cine, no descarta “abandonarlo todo” y trabajar “de algo menos entusiasmante en Galicia que siga ligado al cine”. “Todos estamos obligados a reducir nuestras expectativas si queremos volver a casa”, concluye.