La devoción y el sacrificio de procesionar en Semana Santa: "Una afición que te entra como un veneno"
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"Cuento con los dedos de las manos, los pocos años que me quedan". Rafael Mingo, sevillano de 52 años, ha dedicado más de la mitad de su vida a salir en procesión durante la Semana Santa. Aunque confiesa a RTVE.es que es "honesto" consigo mismo y reconoce que su cuerpo ya no es el mismo que cuando era un chaval. "Te da mucha pena", admite, pero también asume que "tu propia vida te dice: 'Rafa, hasta aquí hemos llegado'".
Costalero y abogado de profesión, comenzó a salir en procesiones en 1992, cuando tenía 19 años. La única vez que no participó fue en 2020, debido a la pandemia de la covid-19. Rafael recuerda que en ese año cogió apendicitis, lo que le hubiera imposibilitado ser costalero. Admite haber tenido "mucha suerte" porque cuando tuvo lesiones —previas a la Semana Santa—, siempre pudo superarlas gracias al fisioterapeuta.
En 2025, "si Dios quiere y si no lo impide" —reza—, saldrá por 33ª vez. A lo largo de estos años, ha participado en La Hermandad de La Paz, del Domingo de Ramos, de la que es miembro en la actualidad. También ha recorrido las calles sevillanas con Los Estudiantes, durante el Martes Santo; con el Baratillo, en el Miércoles Santo, o en La Hermandad del Calvario, que recorre las calles durante la Madrugá.
"Te entra como un veneno"
Rafael admite que es costalero "por afición": "Desde muy pequeño tenía interés por ver a los hombres que iban debajo de los pasos". Le parecía algo "impresionante" y se preguntaba cómo podía ser posible. "Es una afición que te entra como un veneno", expresa y añade que no se requiere tener una tradición familiar, sino que "se siente". Tanto es así, que la foto de perfil de su WhatsApp es una imagen con su familia, en la que aparece vestido con el traje de la Hermandad de La Paz.
"Hay que estar concentrado en lo que se está haciendo", sostiene. "No te da tiempo a pensar". Su nivel de atención es máximo cuando se mete bajo el paso, ya que los movimientos son "muy fuertes y bruscos". Además, Rafael entrega su esfuerzo al Señor y a la Virgen, y considera que "no tiene ningún sentido" participar si no se siente "nada" por ellos.
Rafael expresa que desde pequeño "tenía interés por ver a los hombres que iban debajo de los pasos" RAFAEL MÍNGUEZ
"No todo el mundo puede ser costalero", sentencia Rafael. Mide 1,65 cm, mientras que quienes sacan los pasos de Cristo suelen rondar el 1,80 de altura. "Cuanto más bajito eres, más posibilidades tienes de entrar en un paso de palio", expresa.
Por otro lado, aunque "no hace falta ser 'musculitos' de gimnasio", considera que hay que estar "un poco preparado". Para una persona —explica—, "es como coger una bombona de butano y ponérsela en el hombro", lo que equivale aproximadamente a "unos 50 kilos". Para entrenarse durante los meses previos a Semana Santa, aconseja montar en bicicleta o ir al gimnasio. Lo más importante —añade—, es "dormir mucho", "comer bien" e "hidratarse".
"Hasta que no lo vives, no lo sabes"
Jesús García recuerda su primera salida en Semana Santa como un momento "emocionante"; entonces era nazareno, y para él también fue "muy dura" por el esfuerzo que implica. "Me habían contado un poco qué era —reconoce el malagueño—, pero hasta que no lo vives, no lo sabes". A sus 45 años, este 'hombre de trono' confiesa que apenas ha tenido dificultades para salir, ya que la lluvia, por lo general, le ha dado tregua. A diferencia de los costaleros, que cargan el peso con la séptima vértebra cervical, los hombres de trono lo llevan sobre los hombros.
"Desde pequeño quería ser parte de lo que veía", relata. Su familia y conocidos pertenecían a una cofradía y sacaban un trono. Tras tres años en lista de espera, logró acceder al suyo, que ha llevado "de manera ininterrumpida" desde entonces.
Su trono es El Nazareno, que pesa 4.000 kilos y es llevado entre 240 personas. Asegura mantenerse concentrado para seguir las órdenes de los capataces, aunque siempre tiene en sus pensamientos a su padre, al que perdió durante la pandemia. Si bien no tiene tiempo para reflexionar mientras carga, admite que, a veces, se le cruzan pensamientos sobre sus problemas.
El trono de 'El Nazareno' pesa 4.000 kilos y lo cargan entre 240 personas. JESÚS GARCÍA
Aunque no es habitual que haya un límite máximo de edad, en la cofradía de Jesús sí lo hay: solo pueden portar tronos personas de entre 18 y 55 años. Este cámara de televisión, al que todavía le quedan diez años para seguir saliendo, aconseja "ser consciente de que es un esfuerzo físico importante". Por eso —continúa— es necesario estar "medianamente en forma", porque "de lo contrario, se puede sufrir bastante durante el recorrido".
Más allá de su participación como hombre de trono, Jesús disfruta intensamente de la Semana Santa en familia. "Intento verlo siempre en familia, con mi madre, mi hermana y mi hijo", expresa, y reconoce que al pequeño también le gusta bastante esta celebración.
Además, afirma que practica la religión "de una forma relajada" en su vida cotidiana, pero en Semana Santa lo vive todo de manera "intensa": "No paro de hacer cosas. Todo lo que puedo ver, lo veo y lo vivo". Porque, como él mismo dice, la Semana Santa "se vive durante todo el año".
"Me hacía ilusión desde pequeña"
Salir en Semana Santa no es solo cosa de hombres, también hay mujeres que cargan con los pasos. En Valladolid, a quienes lo hacen se les conoce como 'comisarios' o 'hermanos de carga'. Una de ellas es Celia Martínez, comisaria en la Orden Franciscana Seglar de la Santa Cruz Desnuda, donde lleva el paso del Cristo Yacente, obra de Isidro Villoldo.
A sus 24 años, esta logopeda lleva desde los 18 años participando activamente en la Semana Santa. "Me apetecía cargar una de las imágenes procesionales que tenemos —el Cristo Yacente—", explica, porque desde niña le "hacía mucha ilusión". En 2023, recuerda que su cofradía no pudo salir: "El agua no nos dio tregua".
A sus 24 años, esta logopeda lleva desde los 18 años siendo partícipe de la Semana Santa. CELIA MARTÍNEZ
Celia es comisaria de forma voluntaria, algo habitual "en la mayor parte de los sitios". Explica que cualquiera puede acceder a una cofradía, "siempre y cuando lo desee", y del mismo modo, puede decidir dejar de salir cuando quiera.
En su cofradía —cuenta a RTVE.es—, hay que tener más de 14 años para participar, ya que visten capirote. Además, aclara que no hay distinción entre hombres y mujeres: el paso se lleva entre ambos, generalmente a hombros, aunque algunas imágenes se transportan en carroza.
La logopeda comenta que ensayan aproximadamente durante "dos horas" todos los sábados y domingos desde Cuaresma hasta el último fin de semana antes de Semana Santa. Lo hacen por zonas "con subidas, bajadas y giros", para simular las condiciones reales de la procesión. "Nos obligan a llevar faja porque los riñones sufren mucho", añade a modo de curiosidad.
Para ella, "la Semana Santa significa mucho" y asegura que vivirla "es un honor". No solo por el hecho de "salir en procesiones" o verlas, sino porque lleva una preparación bastante laboriosa. "Al final, es estar vinculado a cofradías durante todo el año", resume.
¿Faltan cofrades o hay exceso?
Desde el punto de vista de Jesús, en la actualidad "no hay ningún tipo de problema para llenar las filas de los nazarenos", lo que sí ocurrió tras la pandemia. “Hay bastante gente”, opina. Sin embargo, hay cofradías de Málaga a las que no le salen las cuentas, como la Hermandad de Jesús Vivo de Mejías. Les faltan entre unas 25 o 30 personas para completar los tronos, por lo que han recurrido a las redes sociales para realizar un llamamiento.
La situación contraria la viven en Logroño, donde los pasos están completos y sobran cofrades. Por su parte, en Sevilla, la Hermandad de la Sed ya no acepta más solicitudes para salir como nazareno, todo ello debido a la seguridad y organización.
Ante este fenómeno, Celia opina que "faltan cofrades jóvenes" y esgrime que "si los padres son ateos, al final no quieren que vayan" a las procesiones. Aun así, considera que "hay mayor participación que antes" y desde su cofradía tratan de hacer que los niños participen en sus actividades. "Este año hemos tenido muchísimas altas, con muchos niños y adultos", explica.
Por su parte, Rafael afirma que en Sevilla todo "está copado", aunque en los pueblos, "a la hora de llevar los pasos, falta gente". Todo se debe a que la mayoría sale como costalero en la capital de provincia en vez de en los pueblos. De hecho, reconoce que a veces se ofrece autobús y 50 euros para que así haya gente dispuesta a sacar los pasos en los pueblos. Pese a que en los pueblos no se suplan las necesidades, en Sevilla se excede y hay "50 o 100 chavales que se quedan sin poder entrar".
Esta Semana Santa, cientos de cofradías con costaleros, hombres de trono y comisarios salen rompiendo el silencio y paseando los santos. Todos ellos coinciden en que esta festividad, más allá de su belleza, supone "esfuerzo" y, sobre todo, "pasión".
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