Polonia elige presidente con la vista puesta en Ucrania, la ultraderecha y la defensa de la igualdad
- Son las primeras elecciones en 10 años sin Andrzej Duda, que se despide tras una década como presidente
- Los bloqueos y los vetos han marcado la confrontación entre Gobierno y presidencia en los últimos dos años


Polonia acude a las urnas este domingo para elegir al próximo presidente y sucesor de Andrzej Duda, que no puede concurrir a las elecciones tras diez años en el poder. Desde 2023, los poderes Ejecutivo y Legislativo polacos han protagonizado una intensa confrontación institucional. El pulso comenzó con la victoria en las urnas de la Plataforma Cívica, liderada por el actual primer ministro, Donald Tusk, un triunfo que desplazó del Gobierno al partido ultraderechista Ley y Justicia (PiS), alineado con Duda. La tensión se tradujo en una legislatura llena de bloqueos institucionales y sucesivas crisis constitucionales, en las que Duda ha recurrido sistemáticamente a su derecho de veto. Ahora el país se enfrenta a una decisión crucial en la primera vuelta de las elecciones presidenciales: continuar por la senda de la confrontación o abrir una nueva etapa de cooperación institucional.
El primer enfrentamiento se dio en enero de 2024, cuando Duda manifestó públicamente que se opondría a la agenda reformista de Tusk y comenzó a vetar leyes clave o remitirlas al Tribunal Constitucional, dominado por magistrados nombrados cuando el PiS ostentaba el poder. Esta situación ha derivado en una convivencia imposible, con el presidente actuando como el principal contrapeso del Gobierno liberal y dificultando la aprobación de reformas en ámbitos como la justicia, los derechos civiles y el control de los medios públicos.
Pero esto podría cambiar porque el alcalde de Varsovia y candidato moderado de la Coalición Cívica, Rafał Trzaskowski, lidera las encuestas con un 31,5% de apoyo. Le sigue el candidato apoyado por el PiS, Karol Nawrocki, con un 23,6% de intención de voto y, en tercer puesto, el aspirante de la ultraderechista Confederación, Sławomir Mentzen, con un 12,6%. Si ninguno logra más del 50% en la primera vuelta, tal y como apuntan las encuestas, se celebrará una segunda votación el 1 de junio entre los dos candidatos con mayor número de votos.
Como se ha visto en los últimos años, "si Nawrocki gana las elecciones, la parálisis en la cima del poder Legislativo continuará", analiza el analista polaco Andrzej Leder, quien asegura a RTVE.es que estas elecciones suponen "un nuevo paso en el conflicto entre la extrema derecha populista y las fuerzas prodemocráticas en Polonia".
La tensión institucional se produce en un contexto político polarizado, donde el espectro conservador domina la escena y la izquierda apenas supera el 5% de intención de voto. El Gobierno de Tusk, conservador, ha tratado de revocar algunas medidas de la ultraderecha que venía defendiendo el PiS, ya que su Plataforma Cívica ganó las elecciones prometiendo deshacer las reformas judiciales de la anterior legislatura. "Todos han mostrado posiciones firmes en cuestión de seguridad y de inmigración. Pero, ¿cuál es la principal diferencia? El candidato PiS es aún más nacionalista, más pro-trump y, sobre todo, se diferencia en la crítica hacia la Unión Europea", explica la investigadora del Real Instituto Elcano, Raquel García.
La influencia de la extrema derecha
Desde 2023, la extrema derecha no gobierna Polonia, pero sigue siendo la principal fuerza de oposición y conserva parte de los resortes institucionales que adquirió durante casi una década en el poder. Durante ese periodo implementó políticas ultraconservadoras, euroescépticas y nacionalistas, lo que provocó repetidos choques con la Unión Europea, especialmente en temas de Estado de derecho, independencia judicial, derechos LGTBI y migración.
Además de Ley y Justicia, la extrema derecha polaca está representada por formaciones como Confederación, que defiende posturas abiertamente eurofóbicas, xenófobas y contrarias a la ayuda a Ucrania. Aunque Confederación no ha formado parte del Gobierno, su crecimiento electoral ha influido en el endurecimiento de las posiciones de PiS durante su etapa en el poder.
"Los candidatos de extrema derecha predican el Estado nacionalista, son antieuropeos, pro-Trump, se oponen a los derechos de las mujeres, especialmente los derechos reproductivos, a la diversidad, igualdad e inclusión y, no abiertamente, defienden un modelo oligárquico de sociedad basado en la jerarquía", puntualiza Leder. El futuro de la influencia ultraderechista dependerá, en gran parte, de estas elecciones presidenciales, en las que el candidato apoyado por PiS intentará mantener el control de la jefatura del Estado.
Por otra parte, el analista recuerda que "el partido Tusk, con Trzaskowski como candidato, y el partido Polska 2050 de [Szymona] Hołownia son liberales en el plano político y neoliberales en el económico, proeuropeos, firmemente proucranianos y relativamente tolerantes con la causa de las mujeres y la igualdad. Los dos candidatos de izquierda, Biejat y Zandberg, representan una visión socialdemócrata de la sociedad, con un papel destacado del estado del bienestar, una agenda femenina, igualdad e inclusión de gran importancia, y el cambio climático crucial. Son proeuropeos, proucranianos y antirrusos. Sin embargo, difieren en un punto: Biejat quiere apoyar a Tusk, mientras que Zandberg está en su contra".
Ucrania, el tema central
Polonia y Ucrania comparten más de 500 kilómetros de frontera y un pasado común como parte del bloque soviético y del antiguo espacio de influencia de Moscú. Su actual alianza estratégica contra la agresión rusa ha hecho que Varsovia se convirtiese en uno de los principales apoyos de Kiev desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. Ha acogido a más de 3,5 millones de ucranianos, ha enviado medio centenar de paquetes de ayuda militar, ha creado un fondo especial para Ucrania y ha entrenado a 28.000 de sus soldados.
Tusk ha señalado en reiteradas ocasiones que apoyar a Ucrania es "proteger la seguridad de Europa" y ha hecho del conflicto ucraniano una de sus grandes banderas. La ultraderecha, por su parte, pese a ser más crítica con la ayuda que su país envía a Ucrania, lo hace "desde un punto de vista nacionalista, no de prorruso. En eso son iguales" porque todos los partidos rechazan a Moscú, explica García. Como frontera oriental de la Unión Europea y de la OTAN, Polonia ocupa una posición estratégica clave en la seguridad y la estabilidad del continente, especialmente desde el inicio de la guerra en Ucrania. El conflicto ha empujado a Varsovia a duplicar su gasto militar hasta el 4%.
El temor a una posible escalada del conflicto ha llevado a las autoridades polacas a adoptar medidas cada vez más contundentes en materia de defensa, impulsando así una política de rearme acelerado. De hecho, en marzo, Tusk presentó un proyecto para proporcionar un entrenamiento militar intensivo a todos los hombres del país, al tiempo que anunciaba ante el Parlamento la retirada de su país de las convenciones internacionales que limitan el uso de bombas de racimo y minas antipersona. Una justificación previsible teniendo en cuenta sus declaraciones de un año antes, cuando aseguró a la prensa que Europa está "en una época de preguerra".
En plena campaña, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que su país desplegaría sus tropas para ayudar a Polonia en un plazo de menos de 30 días si fuera atacada. Para probarlo, recordó los cinco días que tardó Francia en enviar tropas a Rumanía, en el flanco oriental de la OTAN, al inicio de la guerra en Ucrania. Estas declaraciones llegaron después de que el viceprimer ministro y ministro de Asuntos Digitales, Krzysztof Gawkowski, acusara públicamente a Rusia de intentar interferir en las elecciones presidenciales, señalando un aumento de los ataques de desinformación y ciberataques dirigidos a la comunicación y la infraestructura crítica del país.
La batalla por la igualdad
En los últimos años, los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI han estado en el centro del debate público y político en Polonia. El país ha vivido profundas divisiones en torno a cuestiones como el acceso al aborto, que sigue siendo uno de los más restrictivos de Europa, y la protección de los derechos sexuales y reproductivos. Las demandas de igualdad de género y de reconocimiento de derechos para la comunidad LGTBI han encontrado una fuerte oposición por parte de sectores conservadores, pero también un creciente respaldo social y político, especialmente tras el cambio de gobierno en 2023, que ha reactivado el debate parlamentario y la presión internacional para avanzar en materia de derechos humanos.
Estos dos temas tuvieron un impacto muy importante en las dos últimas elecciones: [el predecesor de Tusk y líder del PiS, Jarosław] "Kaczyński aprovechó hábilmente la postura ultraconservadora del clero polaco (mucho más conservador que la media europea) y su influencia en el electorado provincial y de mayor edad. Sin embargo, los cambios en el equilibrio demográfico, también debidos a la pandemia, y la prioridad de las cuestiones de seguridad tras el inicio de la agresión a gran escala de Rusia en Ucrania que cambiaron el enfoque del debate", explica el analista polaco.
Este escenario político refleja un país conservador pero dividido en torno a temas sociales y bélicos, donde Polonia ha asumido un papel destacado como aliado clave de Kiev. El resultado electoral definirá no solo quién ocupará la jefatura del Estado, sino también la dirección que tomará el país en materia de reformas institucionales, derechos civiles y política exterior en los próximos años.