Planeta vivo La larga vida de las ballenas14/05/202502:08

En la naturaleza, crecer rápido y reproducirse joven es la estrategia vital más común porque reduce el riesgo de morir sin dejar descendencia. Pero no todos los animales la siguen. Las ballenas jorobadas, por ejemplo, no maduran hasta los 10 o 15 años y tienen solo una cría cada dos/tres años por lo que podrían tener una decena aproximadamente a lo largo de sus 3 décadas de vida.

Comprender la evolución de estrategias vitales tan lentas sigue siendo uno de los grandes retos de la biología evolutiva. Un nuevo estudio publicado recientemente en "Nature" y liderado por el CREAF y el Instituto de Biología Evolutiva, integrado por el CSIC y la Universidad de Barcelona y Pompeu Fabra, concluye que cuando los mamíferos y aves terrestres hicieron la transición de la tierra al mar evolucionaron hacia estrategias vitales cada vez más lentas. Es decir, esta ralentización de la vida a través de una baja fecundidad y un desarrollo más lento mejoraría la supervivencia de los individuos. La vida en el mar no es fácil, así que tuvieron que ingeniárselas para hallar alimento, ya que las presas se distribuyen en áreas muy extensas e imprevisibles y algunas viven en profundidades poco accesibles. El albatros, por ejemplo, tiene una morfología que le permite planear sin esfuerzo durante miles de kilómetros aprovechando las corrientes de viento casi sin gastar energía. O los delfines y las orcas que han desarrollado cerebros grandes y flexibles que les permiten cooperar y utilizar estrategias ingeniosas para capturar alimento. La paradoja es que las mismas adaptaciones que permitieron el extraordinario éxito evolutivo de aves y mamíferos marinos durante millones de años ahora los hacen vulnerables a la contaminación acústica, colisiones con barcos o vertidos de petróleo.

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