Los Luján, en jaque: la llegada de este personaje pone patas arriba 'La Promesa'
- Desde que el valido del rey llegara a la palacio, el peligro acecha en La Promesa
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El duque de Carvajal y Cifuentes se ha presentado en La Promesa sin previo aviso. Una sorpresa que ha cogido a todos en el palacio desprevenidos. Don Lisandro es la persona más cercana al rey, su mano derecha. Alonso y Leocadia creen que su llegada no es por casualidad, si no más bien un enviado de la Casa Real para comprobar que todo está como pidieron a Leocadia: con Curro repudiado por el marqués. Este es el motivo por el que la presencia de este nuevo personaje de la serie ha puesto patas arriba La Promesa y en serio peligro a todo los Luján. ¡Así han sido los primeros días con don Lisandro en palacio!
La inesperada llegada del duque a La Promesa
Desde el momento en el que Ricardo anuncia la visita de don Lisandro, duque de Carvajal y Cifuentes, grande de España y gentilhombre de su majestad el rey Alfonso XIII, la cambia la cara a todos. No es posible que alguien cercano a la Casa Real haya dado en La Promesa. Don Alonso lo quiere recibir en la biblioteca, pero nuevo personaje se basta solo para presentarse en el salón.
"Mi visita tiene su origen en un inoportuno accidente", explica el duque al marques cuando se excusa por no tener nada preparado para recibirle. Al parecer, el coche en el que iba a sufrido un percance, y en lo que su chófer lo arregla, tendrá que alojarse en La Promesa: "Parece ser que no es difícil de reparar pero sí tedioso. Nos obligará a pasar una noche aquí, o quizá dos. Sé que abuso de su hospitalidad, pero ¿a caso no estuvimos a punto de ser familia?", dice don Lisandro.
Llama la atención la buena relación que el duque parece tener con Leocadia por el saludo que le hace: "Que alegría verla. Me habría encantado coincidir con usted en Madrid, pero me fue imposible, ya lo sabe. Tan hermosa como siempre. Que sepa que mi esposa sigue pensando que es cosa de brujería o un pacto con el diablo.
La cara del marqués ante esta situación es un poema, pues no sabe dónde meterse ante todo lo que se le avecina.
Catalina tiene que ocultar a Adriano y sus bebés
La llegada del duque trastoca el día a día habitual de La Promesa. Como allegado al rey, no puede descubrir que Curro sigue en el palacio. Tampoco que Catalina se ha casado en secreto con un campesino y que además ha tenido dos hijos con él fuera del matrimonio. Motivo por el que los mellizos no pueden salir de la habitación, algo a lo que Catalina se niega: "Da igual lo que haya dicho, su madre no puede encerrarlos aquí como si fuera una cárcel".
Tampoco puede saber nada de la boda, y Adriano tendrá que presentarse como un amigo de la familia. Tener que esconderse no gusta nada a Catalina, que cree que una cosa es que tengan que mantener el secreto de puertas para fuera, y otra tener que plegarse ante los deseos de alguien en su propia casa.
"Esto fue lo que acordamos cuando nos casamos, ¿no? Para bien o para mal, ahora mismo esto no puede salir a la luz", intenta explicarle Adriano a Catalina para calmarla. El recién miembro de la familia Luján, no tiene ganas de conocer al duque y fingir quien no es, por lo que cree que lo mejor es que quede encerrado con los niños: "No es un sacrificio, es un regalo pasar más tiempo con los niños", le dice a su mujer que finalmente accede a ocultar su vida marital y maternal.
Lisandro descubre a Curro como lacayo
Don Lisandro fue en el pasado el suegro de Martina cuando esta estuvo comprometida con su hijo. Este es el motivo por el que, también obligada por su tío, se presenta ante el duque para mostrarle sus respetos. El valido del rey empieza a incordiar a la joven, especialmente cuando comenta que se casará con Jacobo, hijo de un barón: "Has hecho muy bien adecuando tus expectativas, por mi hijo te quedaba muy grande. Sin embargo, el hijo sin herencia de un barón si es alguien que puede estar a tu altura".
Curro escucha cómo el duque se ensaña con su prima, por lo que, aunque debería esconderse de don Lisandro, se presenta ante él para socorrer a Martina, y así desviar la atención de la joven. "Espera, tu cara me resulta familia", le dice mientras se queda pensativo, y tras dar un golpe en la mesa reconoce a Curro: "Ya está, tú eres el famosísimo bastardo de los Luján. Así que esto es lo que ha hecho contigo el bueno de don Alonso. A su majestad le va a encantar la idea. El rey no confiaba mucho en la mano dura del marqués, y eso que solo le pidió que te repudiara, pero sin duda esto es mucho mejor".
Desde ese momento, don Lisandro se olvida de la muchacha y se centra en humillar a Curro. "Mira, de casta le viene al galgo, sin duda tú has nacido para servir", le dice al probar el café. "¿Y qué más sabes hacer? Deja que lo adivine: cepillar botas de maravilla. Luego tendrás el honor de cepillar las mías cuando vuelva de montar. ¿No dices nada?", continúa burlándose del lacayo que le diría muchas cosas más pero solo responde "como ordene señor".
"Eso es, bien amaestrado, como corresponde a tu rango. Esto es más divertido de lo que imaginaba, ¿no te lo parece Martina?", termina diciendo entre risas mientras la joven llora al presenciar tal humillación y Curro permanece de pie al lado de la mesa aguantando el tipo.
Sin ninguna duda, la llegada de don Lisandro ha puesto el día a día de la familia patas arriba, y el reputación de Leocadia y los Luján estará en entredicho como descubra la verdad sobre Catalina. De momento, ha tenido buena reacción al descubrir a Curro en el palacio, pero hasta que no se vaya no volverá la paz a La Promesa.